En últimos años se muestra a nivel mundial una importante evolución del pensamiento mundial respecto de la crisis del desarrollo que se manifiesta en la crisis ambiental, el camino para su superación todavía desconoce el fundamento humano de la crisis, y sigue apegándose a la receta económica actual, incluyendo los programas de ajuste estructural, de reducción del gasto público, y de mayor apertura en relación al comercio y a las inversiones extranjeras. Desde el punto de vista de los actores, no cabe duda que el discurso de la sustentabilidad encierra así múltiples contradicciones.
De partida, el desarrollo sustentable asume importancia en el momento mismo en que los centros de poder mundial declaran la incapacidad del Estado como motor del desarrollo y proponen su reemplazo por el mercado. Al revisarse con atención los componentes básicos de la sustentabilidad se constata, entretanto, que la sustentabilidad del desarrollo requiere precisamente de un mercado regulado y de un horizonte de largo plazo. Entre otros motivos, porque actores y variables como “generaciones futuras” o “largo plazo” son elementos extraños al mercado, quien solo alcanza a ver un periodo máximo de 5 años, cuyas señales responden a la asignación óptima de recursos en el corto plazo. Lo mismo se aplica a la escasez de recursos naturales elementos como cambio climático, capa de ozono, biodiversidad y capacidad de recuperación del ecosistema, no pueden ser muy bien afrontadas por el mercado porque son elementos de largo plazo y transcienden a su campo de acción, el corto plazo, además de que estas no pueden ser interpretadas en estados financieros y mucho menos analizados en análisis económicos.
Así y todo, hay que plantearse la pregunta: ¿cuáles son los actores sociales promotores del desarrollo sustentable? No es de esperar que sean los mismos que constituyen la base social del estilo actual, los cuales tienen, por supuesto, mucho que perder y muy poco que ganar con el cambio. Resulta inevitable sugerir que el paradigma del desarrollo sustentable sólo se transformará en una propuesta alternativa de política pública en la medida en que sea posible distinguir sus actores reales. No cabe duda, por ejemplo, que uno de los pilares del estilo actual es precisamente la industria automotriz, con sus secuelas de hiper tráfico urbano, quema de combustibles fósiles, etc. Ahora bien, lo que podría ser considerado sustentable para los empresarios (ejemplo: vehículos más económicos y dotados de convertidores catalíticos) no necesariamente lo sería desde el punto de vista de la sociedad (ejemplo: transporte público eficiente).
En verdad, hay que decir sobre este aspecto que no hay nada peor que un equívoco perfeccionado, por ejemplo existen informes de prensa que Mercedes-Benz estaría proyectando un auto cuya proporción de partes reciclables y reutilizables ascendería a un 95%. Eso podría parecer un progreso si no fuera imperioso preguntarse, por una parte, quién estará en condiciones de pagar el precio de ese Mercedes-Benz “sustentable” y, por otro lado, si eso no llevaría a alejarse aún más de alternativas eficientes de transporte colectivo. En otras palabras, un Mercedes-Benz “sustentable”, si bien reduce en el corto plazo la presión en términos de estrés sobre los ecosistemas, profundiza en los hechos las insustentablidad de un patrón de consumo empotrado en el transporte individual. Por lo anterior no sé si se podría afirmar que la solución al problema de transporte y contaminación atmosférica en ciudad de México sería que todos trajéramos un vehículo sustentable o ecológico?
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Fuente: El nuevo paradigma del desarrollo sustentable. CEPAL.