En la sociedad que nos tocará vivir en los próximos años, las compañías serán cada vez más gestionadas de forma global y transparente. La reputación y el compromiso con el progreso serán elementos centrales. En estas nuevas relaciones, el valor de la responsabilidad social y medioambiental se incrementará y tendrá una repercusión clara en la cuenta de resultados de las empresas y en su valor en el mercado financiero.
El reto se sitúa ahora en conocer cómo aprovechar las oportunidades de esta nueva situación:
- Cambiando nuestra visión del medio ambiente como un camino lleno de costes y dificultades a su utilización como elemento de ahorro y oportunidades.
- Evolucionando de una visión correctiva de los efectos medioambientales hacia el uso eficiente y limpio de los recursos, así como integrando en la toma de decisiones el objetivo de mejorar ambientalmente.
- Evitando que los temas ambientales y sociales que tienen relación con la empresa sean un asunto de expertos para que entren a formar parte de las responsabilidades globales de la empresa.
- Cambiando la confidencialidad por apertura, transparencia y diálogo con sus clientes, accionistas, trabajadores y la sociedad civil.
Estos cambios que están ocurriendo simultáneamente en diferentes partes del mundo y a diferentes velocidades son una realidad porque las empresas ya están percibiendo como incrementan su competitividad y valor en el mercado.
Estamos, por lo tanto, ante un tema que, al contrario de lo que se ha considerado en el pasado, no es meramente técnico sino profundamente estratégico. Por ello, no es algo de lo que pueda ocuparse un técnico sino que ha de ser responsabilidad de dirección general. Está claro que todavía muchas empresas creen posible relegarlo a un departamento técnico y encerrarlo en sus fronteras. Sin embargo, la magnitud del reto, sus peculiaridades y su carácter claramente integrador conlleva que todas las áreas de la empresa hayan de estar, de manera más o menos intensa y con mayor o menor protagonismo, involucradas en su gestión. Asimismo, el medio ambiente no puede tomarse como algo que atañe sólo a las industrias consideradas tradicionalmente como «sucias,» sino que todos los sectores, desde la banca, las compañías de seguros o la distribución hasta el papelero o el petroquímico, tienen su cuota de responsabilidad, se ven influenciados por él y, por ende, han de implicarse en su gestión.
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Fuente: Negocios y medio ambiente, enemigos o aliados. Cristina García-Orcoyen